¿Se ha hecho usted alguna vez la siguiente pregunta: "Por qué lleno mi día de tantas actividades complicándolo con asuntos urgentes, al punto que tengo muy poco tiempo, o ningún tiempo para mí mismo"?


Cuando se siente cansado fisicamente, ¿tiene la necesidad de continuar aun más para lograr todo lo que se ha propuesto?
En realidad es bueno organizarse para desarrollar las actividades pertinentes a nuestra profesión u obligaciones, también es bueno esforzarse para lograr lo que nos hemos propuesto;  pero todo tiene un límite.

Cuando nos sentimos agotados y las fuerzas nos faltan, ese es el momento en que necesitamos una pausa; sí una pausa para orar. Al orar abrimos nuestro ser y somos receptivos a la ayuda divina que fluye con libertad, porque cuando nos ponemos delante del Señor y nos conectamos con El a través de la oración, somos transformados en un canal abierto; donde Dios y nosotros, o sea Dios y yo juntos, podemos manejar las cosas, los pensamientos, con una actitud alegre y así tener un día relamente provechoso.

Invoque al Señor, venga delante de El en oración. El promete oírnos cuando le busquemos de todo corazón. Por Marfa Cabrera