Dios desea y ordena unidad entre los Suyos. A veces el mensaje del Señor es tan fácil y claro que no lo entendemos. Parece increíble que sea tan sencillo.
Pero Jesús enseñó y oró por la unidad. No puede haber unidad sin amor. Alguien dijo: "Amo a la humanidad, lo que no soporto es la gente". Es fácil amar a la madre pero la cosa cambia con la suegra; es sencillo tender una mano a la hermana, pero no cuando la cuñada necesita algo.
Se nos contrae el corazón al pensar en el huerfanito hambriento de África, pero fastidia el niño pobre que golpea la puerta y pide algo. Es fácil decir : "Si fueran como yo, o actuaran como yo, no les pasarían estas cosas". En otras palabras, queremos cambiar a los demás y adaptarlos a nuestro molde, sin aceptar la individualidad que Dios nos dio.
La unidad no es ser todos iguales, sino amarnos a pesar de las diferencias. Si usted desea amar a su prójimo y gozar de la unidad, lo primero que debe aceptar y creer es que Jesús lo ama a pesar de sus imperfecciones, como le ama a usted también a pesar de las suyas. Reconozca que Jesús es el Señor de todos, que somos de Él y que Su deseo es que seamos uno, para bendecirnos. Por Marfa Cabrera
