A veces creemos que Dios se cansó de nosotros. Y es que los errores que constantemente cometemos nos hacen creer eso. Prometemos a Dios no hacer aquello que le ofende pero por alguna razón terminamos haciéndolo de todas formas y es allí en donde entra en nosotros un sentimiento de vergüenza delante de Dios que nos lleva a pensar que Él está cansado de nosotros. La vergüenza de fallarle nos lleva muchas veces a alejarnos de Él, y en lugar de buscar su perdón muchos optan por ni siquiera pedírselo, porque consideran que el Señor no los va a perdonar, que Dios no cree en su arrepentimiento o que simplemente ya está cansado de sus interminables errores. Quizá los últimos días has sentido vergüenza hasta de levantar tu rostro al cielo, te crees demasiado malo o mala y crees que ya no mereces su perdón. Piensas que Dios ya no cumplirá sus promesas para tu vida porque tú lo has defraudado.
Aunque nos cueste mucho entenderlo, Dios no piensa o no siente lo mismo que nosotros. Para nosotros es fácil juzgar al pecador, para nosotros es fácil condenar al que se lo merece, pero Dios es diferente, Él es grande en misericordia, Él ama al que nosotros depreciamos, consuela al que nosotros le damos la espalda, perdona al que nosotros juzgamos y transforma al que nosotros no le damos ninguna probabilidad de cambio. ¿Crees que tu pecado es tan grande como para ser perdonado?, ¿Quién te dijo que Dios no puede perdonarte?, ¿En que momento se te metió en la mente que no mereces o no tienes perdón?, ¿No te has dado cuenta que esos pensamientos solo pueden ser inducidos por el enemigo de nuestras almas que no quiere que te acerques a Dios para recibir su perdón?
Cuando a tu mente vengan pensamientos cómo: “Dios está cansado de ti”, “Dios ya se aburrió de perdonarte”, “Dios esta defraudado de ti”, “Eres un sinvergüenza e hipócrita”, “¿Y piensas pedirle perdón a Dios?, ¡Vaya que eres descarado!”, “Para Dios ya no vales”, “Dios te dejó de amar”, etc. Todos esos pensamientos no pueden provenir de Él, porque dictan todo lo contrario a lo que quiere para tu vida. En su lugar el Señor te dice: “Yo, sí, yo solo, borraré tus pecados por amor a mí mismo y nunca volveré a pensar en ellos” (Isaías 43:25 NTV). Su perdón de Dios es incalculable. Nadie puede pensar que Dios no lo puede o no lo quiere perdonar, mientras hay oportunidad Él quiere perdonarte, pero al mismo tiempo anhela que puedas comenzar a vivir para Él y no irte nuevamente a vivir en el pecado mismo del cual te acaba de perdonar. El Apóstol Pablo lo decía de esta manera: “Ahora bien, ¿deberíamos seguir pecando para que Dios nos muestre más y más su gracia maravillosa? ¡Por supuesto que no! Nosotros hemos muerto al pecado, entonces, ¿cómo es posible que sigamos viviendo en pecado?” (Rom 6:1-2 NTV). La llave para recibir el perdón se encuentra en la confesión. Si tú vas delante de Dios con un corazón sincero y con un arrepentimiento genuino y le pides perdón, estoy totalmente seguro que obtendrás su perdón.
Hoy te invito a ir delante de Dios y reconocer tus faltas, si bien es cierto que el pecado trae vergüenza, también tienes que entender que la cura del pecado es el perdón. Ese perdón que Dios quiere otorgarte, ese perdón que te llevará a ser mejor de lo que antes eras. ¡Busca su perdón!
Oración: Señor, hoy con corazón sincero y un espíritu humilde te confieso mi pecado confiando que tú has de perdonarme. En el nombre de Jesús, amén.