La ausencia de gozo, la constante depresión o confusión espiritual, son síntomas de que en su ser interior hay un desequilibrio. Nadie es feliz en esta situación. Eso, muy posiblemente, lleva a producirle una condición física desfavorable.
Dios en este tiempo, al restituir el poder a Su iglesia, está derramando los carismas, o los dones, para que se produzcan curas interiores. El espíritu del hombre debe ser sanado. Un gran estadista y rey dijo: Ten piedad de mí, Señor, que estoy sin fuerzas. ¡Sáname que mis huesos están desmoronados!
Al corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecies. Mírame oh Dios, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido. Este es el clamor del alma frente a una tremenda presión interna. Algunos en este momento están sin fuerzas, se sienten tal cual como David, desmoronados. Van a hacerse revisar, no aparece nada en las placas, ni en el análisis. Y usted se pregunta: Y entonces...¿qué tengo?, ¿qué me pasa...? Justamente debe buscar el problema interior que le ha estado molestando por años o semanas. Busque la causa del dolor y el sufrimiento. Busque el porqué de ese desaliento y se dará cuenta de que hay cosas en su interior que deben ser sanadas. Esa cura se logra a través de la oración. Los grupos de oración cumplen esa finalidad. Por eso, congréguese y únase con alguno para rogar unos por otros.