Señor Jesús, busco la quietud de Tu presencia que me ilumina y me da vida. Necesito que me ayudes a calmar mis pensamientos tormentosos y confusos, dame la capacidad de ordenar y equilibrar mis emociones. Enséñame a soltar las tensiones que cargan mi cuerpo y mi mente, y a orientar la atención y mi energía interior hacia cosas realmente importantes. Líbrame, Jesús, de todo pensamiento negativo y toda ansiedad.
Quiero que Tu maravillosa paz, esa paz divina que sobrepasa todo entendimiento, sature mi ser e influya positivamente en mi hogar. Que la inquietud desaparezca, Señor; que la agitación de mi alma sea puesta bajo Tu seguro control. Que la presencia del Espíritu Santo me llene con la convicción de que en Dios estoy seguro y que El mira mi vida y conoce cada detalle, aun los más ocultos.
Gracias, Padre Celestial, por estar aquí. Me siento en paz Contigo y con la gente y las cosas que están alrededor. Gracias por renovarme, vivifícame y envuélveme en Tu precioso amor para andar con gozo y en salud. Recibo Tu bendición en todo. Amén.
