Cada uno de nosotros tiene 'un punto de explosión'. Es en el que se nos termina la paciencia y perdemos los estribos.
Alguien dice algo de una manera áspera o algo con lo que no estamos de acuerdo, y parece que todo comienza a salir mal y la ira se apodera de nosotros. Es importante conocer nuestras limitaciones, para no llegar a ese punto y herir a alguien, debemos admitir que controlarnos no siempre es fácil y en algunos casos necesitamos ayuda, la cual se obtiene de Dios.
Si nos volvemos a Él y confesamos nuestras debilidades y reconocemos que nuestras fuerzas no son suficientes para controlarnos, el Señor vendrá en nuestro socorro, nos tenderá Su mano fortaleciéndonos, para evitar la explosión. Pero si ésta ya se ha producido, podemos contar con Su ayuda para remediar las cosas.
Apóyese en Él, cualquiera sea su situación. El Señor nos comprende y nos ayuda siempre. Por Marfa Cabrera