No sé si le ha sucedido alguna vez, que por la presión de las circunstancias que le rodean, ha perdido en un momento los estribos, se ha descontrolado, actuando de una manera o diciendo cosas que luego deba lamentar.
El control interno de nuestras emociones es ciertamente necesario cuando nos desilusionamos de alguna persona o del curso que han tomado las cosas. Este control interno al cual nos referimos, es posible, no por nuestra fuerza de voluntad, sino que se hace una realidad cuando voluntariamente permitimos que Cristo se haga cargo y nos controle.
El saber que Cristo Jesús es real y puede tomar control de la vida y circunstancias del ser humano, ha ayudado a muchos a mantener la paz y la calma en las situaciones más agraviantes. Cuando centramos nuestras vidas en Jesús de Nazaret, Su luz, Su paz. Su armonía nos rodean. Es entonces cuando podemos enfrentar adversidades y vencerlas. Porque si el Espíritu Santo gobierna nuestras vidas, Dios encamina todas las cosas para nuestro bien. Por Marfa Cabrera
