Cuando aprendemos a decir "gracias" en todo, en realidad, hemos descubierto el camino a la salud, a la felicidad, estamos encaminados para ser personas realmente de bien.


Tener una actitud agradecida con las personas que nos rodean, con la vida misma, con Dios nuestro Padre, imprime en nosotros una sensación de bienestar que nos afecta positivamente en todas las áreas de la vida. Hay personas que solamente piensan en sus adversidades, y cuanto más lo hacen, más mal les va y las adversidades son atraídas a sus vidas. Cuanto más piensan en su cuerpo que se deteriora, sus finanzas que se esfuman, en sus amigos que lo rechazan, van creando una atmósfera que justamente eso es lo que produce.

Pero, si de pronto hacemos una parada en el camino y damos media vuelta, dejamos de crear con nuestras palabras y pensamientos una atmósfera negativa.

Si en cambio levantamos nuestras manos todas las mañanas para darle gracias a Dios por Su don maravilloso de la vida, si con sinceridad en el alma le agradecemos a Dios por los seres queridos que nos rodean, por el trabajo que tenemos, por la iglesia donde hemos encontrado un hogar espiritual, por los amigos y tantas otras bendiciones que la lista sería interminable; entonces, mirando a nuestro alrededor comenzaríamos a valorar y a contar todas nuestras bendiciones, y brotaría de lo profundo de nuestro ser, un canto de alabanza que nos llenaría de energía y de ganas de vivir.

¡Seamos agradecidos! Por Marfa Cabrera