Las palabras de nuestra boca pueden producir vida o muerte en los oyentes (Pr 18:21); pueden avivar un corazón abatido o beberle la vida; ser como golpes o como medicina (Pr 12:18); ser como un bálsamo o infligir más daño y dolor; como árbol de vida o quebrantar los espíritus (Pr 15:4). Nuestra tarea es traer ánimo, descanso, medicina, suavidad a los cansados, por medio de nuestras palabras.
Nuestra boca tiene poder. Las palabras marcan y trazan destinos. Hay influencia en lo que escuchamos y en lo que hablamos. Es importante cuidar lo que oímos porque nuestra fe se alimenta por los oídos y espiritualmente alimentamos a otros con nuestra boca. Si quieres más fe, escucha más de lo correcto y bueno.