Los que somos padres hemos pasado por situaciones en las que le traemos un juguete a nuestro hijo, tanta es la alegría que pensamos en su carita, en el brillo de la mirada, en cómo nos va a abrazar y agradecer por lo que hemos regalado. Pero no fue así; el hijo tomó el juguete, no nos miró deslumbrado, se olvidó de nosotros, jugó todo el día con él y no nos agradeció por lo que le habíamos traído.

Sabe que así le pasa a veces a Dios con nosotros. Él nos da una bendición y nos involucramos tanto con lo que recibimos que perdemos de vista al Creador y nuestra relación con Dios se enfría. La bendición se vuelve más importante que el Señor, lo que El nos puede dar parece más importante que lo que Él es para nosotros.

Hoy el Señor nos llama a que renunciemos a las cosas malas y aun aquellas que son buenas, pero que interfieren en la relación íntima con El. Jesucristo es más que una bendición, más que una liberación, que una casa, un auto, un trabajo. Jesús es mucho más, renunciemos a las cosas que nos quitan nuestra comunión con El.

Querido amigo, el Señor desea llevarnos más adelante, si usted prosigue, si se esfuerza para alcanzar el blanco, la meta; ore para comenzar una nueva relación con Jesucristo de tal manera que le ilumine, como le sucedió a San Pablo que se cayó y quedó ciego, no podía ver nada de los detalles, el problema ni la bendición, sólo podía ver a Jesucristo.

Este es mi deseo para usted. Que la luz divina llegue a sus ojos espirituales para que pueda ver la prueba como victoria, la necesidad como futura bendición.
Por vdf