Cuando Dios nos interpela

El humorista Mark Twain hablaba de la Biblia con uno de sus amigos. Éste último le dijo; “Lo que me perturba de la Biblia es todo lo que no entiendo” “A mí me pasa todo lo contrario, respondió Twain, lo que me perturba de la Biblia es precisamente todo lo que entiendo”



Por medio de ese dicho afirmaba una gran verdad. Lo que realmente nos interpela de la Biblia es lo que comprendemos muy bien, pero que no queremos tener en cuenta. Los israelitas, por ejemplo, habían captado bien el valor de los diez mandamientos, pero el problema consistía en poner en práctica esas advertencias divinas. Como nos cuesta hacer lo correcto, pero Dios ya lo sabe.

Cierto día Jesús explicó a Nicodemo, un hombre culto y rico, las bases del “nuevo nacimiento”.
“El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije; Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:5-7).

Al igual que un niño, con simplicidad y humildad, escuchemos lo que Dios quiere decirnos y hagamos el mejor esfuerzo por hacerlo.

Sólo con esta condición podremos entrar en el reino de Dios (Mateo 18:3).”La fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios”. (Romanos 10:17).
¡Señor que podamos oír tu Palabra!
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