Jeremías sostuvo una batalla interna y mantuvo un debate consigo mismo respecto del este asunto de la confianza: o confiaría en el las personas que le rodeaban o confiaría en Dios y sólo en Dios. El corazón y el alma de la profecía de Jeremías gira alrededor de la pregunta: ¿Confío últimamente en Dios o en la sabiduría y fuerza humanas?
“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.”
La vida puede y debe vivirse bajo la bendición de Dios. Cuando depositamos toda nuestra confianza en Dios hay recursos, respuestas y reacciones que proporcionan bienestar.
A. La vida que confía sólo en Dios encuentra recursos constantemente. “Será como el árbol plantado junto a las aguas.” ¡Qué contraste con la vida de un arbusto en el desierto! La persona que confía sólo en Dios siempre encontrará recursos accesibles, independientemente de las circunstancias externas. Tales recursos están escondidos, y pertenecen a las fuentes de la vida que sólo Dios puede dar. (Sal. 42:1; 46:4, Jn. 7:39) Los recursos de Dios son abundantes. El plural “aguas” sugiere más de una corriente de recursos. Lo mejor de todo es que estos recursos de vida son independientes de nuestro ambiente humano. Cuando la sequía llega, la corriente sigue fluyendo.
B. La vida que confía sólo en Dios se alimenta constantemente. “… junto a la corriente echará sus raíces…”. En otras palabras, sus raíces penetran hasta encontrar el agua. Hay vigor y vitalidad en Dios y sólo en Dios. Esta vida no es pasiva, requiere acción, poder, esfuerzos. Pero el que confía en el Señor, al igual que esta planta, de forma activa y enérgica la planta va clavando sus raíces más y más profundamente en la gran fuente. Mientras la vida sin Dios se empequeñece, se marchita y se aleja, la vida en Dios crece y se hace más robusta. Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán. Isa. 40:31
C. La vida que confía sólo en el Señor demuestra reacciones estables. En la adversidad “no verá cuando viene el calor”. Cuando aprieta el calor, esta vida permanece estable. En la escasez “en el año de sequía no se fatigará” (vs. 8) Cuando todos los recursos externos se secan, hay estabilidad porque esta vida está mantenida por un secreto interno. Dios nos enseña aquí que cuando enfrentemos el peor de los momentos en nuestra vida, no nos afectará, porque dentro de nosotros habrá una fuerza mucho mayor que lo que sucede afuera, ya que des dentro estará fluyendo el poder de Dios para protegernos y cuidarnos.
¿Qué está sucediendo a su alrededor que requiere una confianza plena de parte de Ud.? ¿Alguna enfermedad?, ¿alguna relación con alguien? ¿Alguna pérdida? ¿Una decisión muy importante que tomar? ¿Dónde descansa verdaderamente su confianza? Dios busca una confianza que brote de una intención pura; no sólo se conforma con las buenas intenciones de que confiaremos en él. No pretendamos que tenemos la intención de confiar plenamente en el Señor, cuando en el fondo estamos afianzados a otras cosas. Eso es hipocresía. Y Dios juzgará sus verdaderas intenciones, pues él conoce perfectamente lo que hay en nuestro corazón. Escuche al Señor: “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.”
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