Parafraseando al Padrenuestro, alguien dijo alguna vez: Perdónanos por arrojar basura y desperdicio, así como nosotros perdonamos a quienes nos la arrojan. Parece una linda paráfrasis, ingeniosa y punzante. Lo siento. Debería ser real.
Perdonar significa terminar definitivamente con el deseo de devolver “la basura”; no recordar más el asunto. Significa renunciar a la ira y al resentimiento y, de ese modo, liberar al deudor y, de paso, romper una atadura que nos perjudica solamente a nosotros mismos. Es una decisión de la Voluntad. Y entienda definitivamente esto, por favor: nosotros podemos decidir perdonar a una persona que nos ofendió, nos guste o no hacerlo.
(Mateo 6: 14-15)= Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. (¿Consigue entender el por qué de esa falta de relación que tiene usted con el Señor? ¿No ha podido ver, aún, que si no perdona de una vez y para siempre “esa” vieja ofensa recibida, jamás podrá establecer esa comunión divina que tanto ansía?)
(Efesios 4: 31-32)= Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como también Dios os perdonó en Cristo.
(2 Corintios 2: 10-11)= Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo.
Ponemos al perdón en su perspectiva correcta al darnos cuenta que cualquier injusticia que sufrimos de parte de otro es pequeña comparada con nuestro propio pecado contra Dios. En otras palabras, la “basura” que le hemos entregado a nuestro amante Padre celestial es peor que toda la “basura” que otras personas nos han arrojado a nosotros. Si queremos recibir el perdón de Dios debemos perdonar. Lo que nos ayuda a perdonar a quienes nos ofenden es la gratitud hacia Dios por su misericordia para con nosotros, y el deseo de demostrar esa gratitud obedeciendo su Palabra.
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