Yo no sé tú, pero por “escuchar a mi corazón” en mi vida he cometido tantos errores, tantas veces me he equivocado, relaciones que no me convenían, impulsos tomados por la emoción momentánea de mi corazón, y una larga lista que tampoco ahora viene al caso, como defensa podría decir que no conocía al Señor, otra frase recurrente, pero bueno bastante aceptable, pero ahora si lo conozco y esa excusa no me sirve, cuando hago lo que me dicta el corazón en lugar de hacer lo que el Señor espera que haga, lo que mi Padre me ha mandado hacer, y es que hermanos son unas cuantas las ocasiones en las cuales, la voluntad de nuestro corazón grita tan fuerte que no oímos lo que realmente Dios quiere que hagamos.
El versículo de hoy es muy claro y ante eso me pregunto ¿Por qué confiar en algo que puede causarme dolor, o intenta destruirme? Y es que hermanos nuestro corazón es como una bomba de relojería que en cualquier momento nos puede estallar en la cara, nos puede guiar a la peor desdicha, es por todo ello que hoy quiero decirte que ya ha llegado el momento que nos dejemos de tonterías, que dejemos de escuchar lo que el corazón casi siempre manipulado por el enemigo nos dice que hagamos, y empecemos a escuchar la voz de Dios en nuestras oraciones, mediante la lectura.
Es nuestro Creador hermanos ¿Quién mejor que El?, conoce nuestro ayer, nuestro hoy y nuestro mañana, y es que nos ha diseñado para un propósito pero para ello debemos aprender a escucharlo y acallar los deseos del corazón, aquello que bombea y que sin él no viviríamos, pero por otro lado si lo escuchamos demasiado también nos puede llevar a una muerte espiritual.