Es importante notar cómo Dios pone la responsabilidad sobre el individuo. El trata personalmente, aunque también tiene tratos con iglesias y naciones.
Lo hermoso es que la relación con Dios no depende ni de la persona ni del barrio donde uno vive, ni de las circunstancias externas. "Si tú dispusieres tu corazón..." Queremos que Dios nos de lo mejor que tiene, pero a veces lo que le damos a El son las sobras o lo mediocre, así que no podemos esperar que Dios nos dé lo mejor de sí, si no le correspondemos de la misma manera.
Venimos a la iglesia cuando nos queda bien, oramos cuando tenemos una necesidad urgente, leemos La Palabra y tendemos la mano al prójimo de vez en cuando. Usted no puede esperar el ciento por ciento de parte de Dios, si le está dando el cincuenta.
Esto no quiere decir que todos tienen que renunciar a su trabajo y salir a predicar, pero lo que significa que a medida que recibimos mayor conocimiento debe haber un mayor compromiso y una mayor entrega. Un discípulo es aquel que transforma su vida al recibir la instrucción de la Palabra. Es un proceso que demanda un poco más cada día, hasta que decimos "tú eres el Señor de mi vida, me rindo ciento por ciento".
Este es un proceso que dura toda la vida; debemos rendirnos ciento por ciento de lo que hasta ahora hemos entendido a través de la revelación del Espíritu Santo, pero a través del tiempo tendrá que continuar rindiéndose. Tal vez el 100% de hoy, el año que viene sea un 80% de todo lo que él espera de cada uno de nosotros.
Dios no le pide que espere a ser perfecto para entregarse al El, sino que en la medida en que vaya entendiendo, se rinda totalmente. Y al suceder eso, el Señor le va ir ampliando la revelación y este proceso de toda la vida es una aventura fascinante de crecimiento.
Disponga hoy su corazón, y siga a Jesús al cien por cien.
Disponga hoy su corazón, y siga a Jesús al cien por cien.
Por Marfa Cabrera