En muchas oportunidades la Palabra de Dios nos habla sobre la importancia que tiene la fe. San Pablo, en su carta a los Hebreos, dice: "Sin fe es imposible agradar a Dios" (Hebreos 11:6).
La fe es el nexo que nos conecta con Dios, con Su poder sobrenatural; y hace que la gracia divina fluya hacia nosotros. Por eso necesitamos que nuestra fe sea firme y constante. Ser constante es tener firmeza y perseverancia.
Y eso se logra cuando rechazamos el temor, no damos lugar a la duda, reafirmamos nuestra fe en Dios, y tenemos total dependencia en Él. Tome tiempo diariamente para fortalecer su fe, alimentándose de la Palabra y comunicándose con el Señor, a través de la oración.
La fe es don de Dios y no conoce límites. Por eso tenemos que apartar cualquier pensamiento de incredulidad y actuar confiadamente con la fe que Dios nos ha impartido, usándola con seguridad y sabiendo que al ponerla en práctica irá en aumento día a día. Cierta vez, un siervo de Dios le dijo: "Señor, auméntame la fe"; y Él le respondió: "Cuando uses la que ya tienes, te la voy a aumentar".
Este es un buen día para afirmar su fe. Renuévese y fortalézcase en ella, declarando: "Estoy firme en el Señor; soy espiritualmente fuerte, vigoroso y libre del temor". Todo es posible cuando tenemos fe. Si se da cuenta que ésta le falta, haga como aquel padre que tenía una gran necesidad y le dijo a Jesús: "Señor, auméntame la fe"; y Dios premiará su determinación de creer en Él. Por Marfa Cabrera
