¿Te ha pasado que a pesar de saber lo que el Señor ha hecho por ti, muchas veces sientes que no hay salvación ni esperanza para tu vida? Puede ser que pienses que tu vida ha sido demasiado mala como para que Dios se fije en ti y te restaure, pero debes ser consciente en que vales la sangre de Jesucristo. No hay nada que hayas hecho lo suficiente malo, como para que Dios te ame menos. Ninguna condenación hay, Jesús ya pagó el precio.
Dios no va a dejarlo de lado. Aún hay otros más que dicen: “Nunca seré tan bueno como para que Dios me use”. Pero a ellos Dios les dice: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). Dios no va a dejarlo de lado. No importa lo que usted haya hecho, lo que le hayan hecho o lo que le sucederá mañana. Dios no va a dejarlo de lado. En este pasaje de Miqueas vemos un cuadro profético de Jesús como el Libertador y Guiador. Él libera a las ovejas, rompe las ataduras que las mantenían cautivas.
Lo que una vez fue el decreto de muerte se ha convertido ahora en el pasaporte a la vida. Él reúne al remanente y lo guía desde la esclavitud hacia la libertad. ¿Alguna vez ha visto a un perro que pasó toda su vida atado a una cadena? Al principio el perro trata de escaparse, pero pronto descubre que esa cadena es más fuerte que él, y desiste. Conoce sus límites y no ve necesidad de probarlos. Usted podría quitarle ese collar, y el perro no se escaparía. Permanece cautivo a algo que ya no existe. El perro ha sido liberado, pero no guiado. Así es la existencia de la mayoría de los cristianos en este mundo. Todos hemos estado anclados por el pecado, y Cristo ha roto nuestras cadenas. Él es nuestro Libertador. Pero para muchos, Él no es su Guiador. Rechazan seguirlo y abandonar la comodidad de un pasado conocido pero lamentable, se contentan con una vida de esclavitud, pobreza y enfermedad. “Yo he venido para que tengan vida–Jesús dijo en Juan 10:10– y para que la tengan en abundancia”.
El Vencedor que va delante de nosotros vino a liberarnos y a guiarnos fuera de nuestra esclavitud. ¿Qué lo mueve a ser el Vencedor a favor de nuestras vidas? Es el mejor amigo del pecador. Jesús declaró: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).
Él es el que quiebra nuestras ataduras y nos abre el camino a la libertad. Es el “amigo más unido que un hermano” (Proverbios 18:24). No es cualquier Vencedor. Él es su Vencedor.