Dios se le aparece a Moisés en una zarza ardiente y le dice que ha venido para librar al pueblo hebreo de su aflicción. En los versículos que siguen Dios le va a indicar la misión que le quiere encomendar.
Para que llevara a cabo la obra a la que Dios le habla llamado era necesario que Moisés tuviera una revelación profunda de la Verdad de Dios. Y eso fue lo que él recibió: conocer al Dios viviente, que todo lo ve y todo lo sabe y que domina sobre todas las circunstancias del hombre. Aunque Moisés tuvo en ese momento esa revelación, y se decidió por ella finalmente a seguir el divino encargo, él no llegó súbitamente a la plenitud de ese conocimiento sino fue madurando poco a poco en la comprensión de la naturaleza y del poder de Dios hasta llegar a una plena intimidad con Él, como no la tuvo nadie antes de Jesús.
Si Dios manda a alguien ejecutar una tarea en nombre suyo se pensarla que deberla poder llevarla a cabo sin mayores contratiempos y oposición. Sin embargo, no fue ése el caso de la misión de Moisés, sino lo contrario, hubo mucha lucha. Si eso ocurre en una misión tan importante ¿cómo no ocurrirá también con las tareas que Dios encarga al común de los mortales, a los que son menos que Moisés? El hecho de que Dios esté con nosotros no nos asegura que no habrá oposición, sino más bien, que Él estará con nosotros en medio de nuestra lucha y nos sacara adelante.
Dios hizo que el pueblo egipcio compensara, aunque tardíamente, al pueblo hebreo por todo el trabajo que les obligaron a realizar como siervos, pagándoles con joyas y vestidos el salario que dejaron de pagarles cuando eran esclavos.
Nuestro Dios es el Dios de las compensaciones. No fue un capricho ni un abuso obrado por mano divina. Fue un acto de justicia. De ese modo proveyó Dios también metal precioso para los objetos que se utilizarían luego para el culto en el tabernáculo: «Las riquezas del pecador están guardadas para el justo» (Pr 13.22b).
11.Pero Moisés dijo a Dios: ¿Quién soy yo para ir a Faraón, y sacar a los hijos de Israel de Egipto? 12 Y El dijo: Ciertamente yo estaré contigo,...exodo 3
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